En un mundo totalmente digitalizado, con realidades virtuales y metaversos es increíble que dos formatos del siglo pasado estén reviviendo en el gusto del público.
En 2020 se vendieron 12 millones de unidades de vinilos en los Estados Unidos y se alcanzó la suma de ventas de 416 millones de USD), el mayor récord de ventas desde 1988. Además, el dispositivo de audio más vendido de ese año, exceptuando al IPhone, fue el tornamesa, lo más sorprendente es que cerca del 50% de los consumidores de vinilo tienen 35 años o menos, siendo el 33% de entre 25-35 años. El año pasado se vendieron 42 millones de unidades, un crecimiento notable.
Pareciera una eternidad desde que, a finales de los años 80, los que teníamos discos de vinilo comenzamos a deshacernos de ellos; algunos por estar maltratados, otros tenían algún rayón o simplemente porque el scratch dominaba el sonido. Esa tecnología parecía que pasaba a la historia ante la evolución tecnológica del sonido digital.
Si bien extrañábamos esas hermosas portadas de 12 pulgadas de tamaño, con las letras de las canciones y en ocasiones, gatefolds con fotos e información, muchos decidimos dar paso a la modernidad, a la comodidad de no tener que levantarte cada 22 minutos a darle la vuelta al acetato, limpiarlo, soplarle o limpiar la aguja y repetir todo el proceso. El futuro había llegado y esa evolución los hizo desaparecer prácticamente, las compañías discográficas se olvidaron de su producción.
Todas esas ventajas que nos ofrecieron los CD (discos compactos) eran suficiente para que ahora todos compráramos nuestros discos favoritos en este formato maravilloso, haciendo multimillonarias a las disqueras, editoras y artistas. Vendieron nuevamente catálogos enteros sin tener que invertir más que la maquila del producto, ya tenían las grabaciones, artes, fotos y todo lo demás.
Nadie se hubiera imaginado que una década después llegaría su némesis, que bajo el nombre de MP3 casi termina con las grandes compañías discográficas a principios del siglo XXI. Por ese motivo es difícil de entender que ahora que tenemos plataformas de streaming donde podemos tener acceso a todo el material que nuestra imaginación nos permita, estén de vuelta en el mercado los vinilos y discos compactos cada vez con más fuerza.
Las nuevas ediciones de vinilos vienen mejoradas en algunos casos en 180 gramos con surcos más profundos hacen que la aguja roce con mayor precisión, resultando en un sonido más nítido y cálido, además otros tienen Half Speed Mastering una técnica artesanal que da como resultado una reproducción de sonido de la más alta calidad en contraste con otros formatos disponibles, así que suenan mejor que cuando los tenías anteriormente.
También están surgiendo nuevas propuestas como la de Qrates que han modernizado la interacción con el consumidor. Hace posible que los músicos puedan diseñar las portadas de sus vinilos y producir cantidades menores a 100 copias (cuando lo habitual son 500 a más) desde sus computadoras. Los compradores suelen recibir sus copias en dos meses.
Lo más paradójico es que aproximadamente la mitad de las personas que compran vinilos ¡no los escucha! Convirtiéndolos únicamente en un objeto coleccionable de sus artistas favoritos. Los números de venta se incrementan cada año, muchos de los que nos deshicimos de nuestros vinilos en los 90s estamos comprándolos de nuevo, así como toda esa música que nunca salió en ese formato en el periodo de treinta años entre 1990 al 2020.
En 2021 por primera vez en 17 años la venta de CD registró un crecimiento, la misma euforia por el vinilo hace que los artistas están teniendo que esperar hasta un año para que sus álbumes entren a las pocas prensas de vinilos que existen en el mundo.
También la pandemia ayudó, muchos adultos redescubrieron sus discos o los jóvenes los de sus padres y tuvieron tiempo de escucharlos. Nunca se van a borrar como las bibliotecas de las plataformas, ni requieres de Internet para escucharlos. Existe un sentido de posesión que no tienes con el streaming. Por eso se siguen haciendo CD. Son sobre todo para el fan, que necesita un pedazo de su artista favorito, el disco compacto o el vinilo es una opción, sin embargo es imposible que la industria regrese al pasado.
Están destinados a ser un objeto promocional, coleccionable, un fetiche, pero eso es suficiente para que los tengamos de regreso.